La abuela, la gran conciliadora

Escribo una pequeña reflexión pensando en el papel de tantas abuelas…

Escribo una pequeña reflexión pensando en el papel de tantas abuelas que siguen solucionando a sus hijos el que no se vaya agobiado a su trabajo laboral.

Es un sincero homenaje a tantas abuelas que o bien por estar jubiladas, o bien por no haber trabajado fuera de casa ? en el hogar si… y mucho ? concilian la vida laboral de sus hijos dando su apoyo a las familias gracias a su buen corazón. De toda manera, su dedicación está muy bien recompensada: besos, caricias, risas de los más pequeños y solo hace falta escuchar a la mayoría de nietos, especialmente adolescentes, cuando hablan de su abuela o cuando les falta: siempre hay un sentimiento de cariño entrañable en sus apreciaciones.

Hoy hablamos desde el punto de vista médico del »síndrome de la abuela esclava». La abuela que sólo procura por los hijos, que no se atreve a decir que está agotada por el exceso de responsabilidades en que se encuentra inmersa, y que no se queja porque tiene miedo de no ser útil, en esta situación puede acabar enfermando. Es posible que eso suceda porque las abuelas siguen teniendo el mismo espíritu maternal de cuándo eran madres (se dice que son dos veces madres). En cambio, debido a la edad, les cuesta más recuperarse del esfuerzo físico y psíquico.

En este caso sólo cabe la solución de saber pedir. Cuando se sabe pedir complace a quien se pide porque puede compartir. Cuando pedimos un favor de hecho estamos haciendo otro favor. Las abuelas han de saber pedir ayuda a tiempo, antes de que por agotamiento no puedan hacer nada más. Y los hijos jóvenes, que necesitan de la abuela, tienen que estar más atentos a sus necesidades afectivas y físicas y agradecerle lo que hace por ellos. Este agradecimiento no se demuestra con regalos sino con una actitud agradable: interés por sus preocupaciones, una visita inesperada sin niños al hogar de los padres, manifestar alegría y otras actitudes que son fruto de pensar en ella.

Para ser buena abuela hay que tener una actitud positiva, para resolver problemas sin susceptibilidades, y esta actitud participativa para saber dar y recibir. No fuera el caso que estuviéramos paseándonos por casa diciendo: »pobrecita de mí, cómo sufro y lo poco que me quejo». No se puede dejar de lado la valiosa aportación del abuelo.

Considero muy importante el siguiente punto:

Reforzar la autonomía del matrimonio:

Para transmitir serenidad y paz al matrimonio joven, se debe ser muy prudente y no interferir en sus relaciones. La autonomía y la independencia de los hijos casados tienen que valorarse mucho, así como los objetivos educativos que tengan para sus hijos deben respetarse; la responsabilidad es de ellos y no de los abuelos. Este hecho no excluye que cuando los nietos estén en casa de los abuelos tengan de adaptarse al orden material que sea costumbre en la casa de los mayores. En este tema, para no tener problemas generacionales, debe mantenerse una buena comunicación entre abuelos e hijos, sabiendo pasar por alto pequeñas banalidades, distinguiendo lo que es esencial de lo que es accesorio.

No olvidemos que el hábitat natural de la persona es su familia; se hace patente que allí dónde prioritariamente la gente mayor se puede encontrar realizada es con los suyos. Esto no excluye que la abuela no puede centrarse en ella misma, ni hablar siempre de que “las cosas cómo han cambiado”, sino que puede dar su testimonio de esperanza, propia de la fortaleza y sabiduría que se aprende con los años.

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