En vacaciones, seguimos educando

Se acercan las vacaciones, tiempo de descanso, y por ello tiempo de afianzar los vínculos afectivos con los nuestros. Podemos tener más actividades en familia, pero sin descuidar la creación de hábitos ni los límites que nos hemos propuesto y que hemos llevado a buen término con pactos y acuerdos en el tiempo escolar. Si durante el período de trabajo hemos tenido mucha preocupación para conciliar el trabajo y la vida de familia, tenemos 30 días para recuperar, sin agobios, un mes magnífico para vivir con serenidad.

Ha llegado, pues el momento de disfrutar de los hijos con tranquilidad y aprovechar el tener a mano la posibilidad de darse personalmente sin prisas, buscando el mejor tiempo para que el verano del 2007 sea un verano que quede en la memoria de los nuestros.

Procuremos ¡esto si!: con mayor flexibilidad, seguir viviendo en casa la obediencia. Es normal relajarse y descansar pero es necesario no perder todo lo que hemos logrado anteriormente. Es también el momento de revisar la lista de encargos y hacer cambios. Seguir con la idea de la participación de los hijos en las tareas del hogar, con la motivación de poder ampliar el abanico de diversiones será beneficioso para todos.

El ocio de nuestros hijos ha de ser considerado como reparador de fuerzas, de descanso del estudio, así como para los adultos es un descanso del trabajo. Este es un aspecto importante del ocio, actividad relacionada con el espíritu, que se opone radicalmente al negocio – negación del ocio – y que no busca ningún provecho material. Es bueno que los hijos adolescentes comenten con los padres que actividades les gustaría hacer, a partir de cierta edad pueden elegirlas libremente, con orientación nuestra. Al ser el ocio de nuestros hijos, fruto de lo que ellos han querido escoger, podrán ejercitar su iniciativa, creatividad, inventiva e imaginación.

No olvidemos estas pequeñas recomendaciones:

Alegría y el buen humor en el ambiente en vacaciones:

Para evitar problemas es aconsejable organizar actividades divertidas y atractivas; y especialmente elegir lugares de verano en que podamos encontrar otras familias ocupadas de la formación de sus hijos y unirnos para encontrar diversiones -las excursiones y el deporte siempre son las calificadas con más “estrellas”- y mejorarnos, padres e hijos, a través del trato social. Vivir la amistad con más intensidad y la sociabilidad son dos valores propios del tiempo de verano.

Dar mayor importancia al diálogo:

En tiempo de vacaciones las conversaciones pueden y deben ser más relajadas y aprovechar el tiempo de descanso para tratar temas más profundos como las consecuencias de la movida nocturna, adicciones, sexualidad, el uso del móvil i el de Internet, etc.… y escuchar lo que piensan nuestros hijos. Igual que en medicina con el diagnóstico precoz, en educación también se trata de prever. Si escuchamos sin mirar el reloj entenderemos mejor las inquietudes y la forma de ser de nuestros hijos.

No olvidar a los abuelos:

Algunos padres se reúnen con otras familias en casa de los abuelos. Se trata de organizarse de manera que los abuelos estén descansados para transmitir raíces, memorias y cultura de la vida sin estar agobiados. La mejor manera es ponerse de acuerdo con ellos antes de empezar la estancia en su hogar. Es una ocasión de oro para los nietos convivir pacíficamente con los progenitores de sus padres. Con orden se puede hacer de abuelo o de abuela (lo digo por mi experiencia) con toda la capacidad de amar que dan los años y el sentimiento de cariño que reedita la juventud del corazón de los que tenemos el privilegio de ser abuelos.

Extraído del libro “Enseñar a vivir” de Victoria Cardona. Maestra y orientadora familiar

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