¿Quién manda en esta casa?

“Allá donde no falta voluntad siempre encuentras un camino” J. R. R. Tolkien (Dernhelm en El señor de los anillos) Con el título de Qui mana aquí? (Quién manda aquí) os ofrezco este artículo con la anécdota de mi nieto que ha servido para ilustrar la potada de este libro escrito por mi en catalán y editado por Pòrtic (grupo 62). Es verdad que no lo he escrito solo por los que nos sucedió en casa sino por los conflictos y problemas que generan la ausencia de autoridad en las f…

“Allá donde no falta voluntad siempre encuentras un camino”

J. R. R. Tolkien

(Dernhelm en El señor de los anillos)

Con el título de Qui mana aquí? (Quién manda aquí) os ofrezco este artículo con la anécdota de mi nieto que ha servido para ilustrar la potada de este libro escrito por mi en catalán y editado por Pòrtic (grupo 62). Es verdad que no lo he escrito solo por los que nos sucedió en casa sino por los conflictos y problemas que generan la ausencia de autoridad en las familias y en la sociedad.

Todos deseamos que nuestro hijo sepa que le queremos, que tenga un buen comportamiento, que sea valiente, que supere obstáculos, que sea autónomo e independiente, que sea tolerante y respetuoso en un mundo cada vez más plural, que tenga su personalidad con unos criterios bien firmes y deseamos, por encima de todo, que sea capaz de ser feliz conquistando cada día su libertad tomando decisiones responsables. Para conseguir todo esto, los chicos y los jóvenes, reclaman una buena autoridad.

Es cierto que el concepto “autoridad” parecía haber perdido vigencia, pero muchos educadores creemos que en el tiempo actual la hemos de reivindicar de nuevo. Eso sí, en la forma que señala Otto Dürr: “el concepto de autoridad proviene del término [latino] augere (fundar, hacer crecer, crear)”.

Nos quedamos con la acepción “hacer crecer”. Hay estudios que demuestran que la ausencia de autoridad por parte de los progenitores ha conducido a chicos y chicas a tener poca capacidad para progresar, y muchos se han convertido en niños déspotas, jóvenes agresivos o adultos inmaduros.

Siempre sonrío cuando recuerdo la escena que viví en compañía de mis hijos y nietos:

Era la hora de comer y estábamos todos sentados a la mesa. Había discusiones entre los nietos mayores, que no estaban contentos con el primer plato. Uno se quejaba de que la mantequilla se había puesto líquida, el otro quería “ketchup” en lugar de la salsa de tomate hecha en casa, el otro quería menos espaguetis… De golpe, el nieto más pequeño, de cinco años, levantó la voz y dijo: “¿Quien manda en esta casa, eh?”. Aquella salida nos produjo un ataque de risa a todos y se acabó el barullo.

Hay que tener en cuenta que mi esposo y yo estábamos callados para no interferir en la autoridad de los padres, ellos estaban un poco cohibidos y no querían regañar a los hijos en nuestra presencia. Afortunadamente, en este caso, el más pequeño, con su oportuna petición de orden hizo que todo volviera a su cauce, y nos demostró que era necesaria más autoridad por parte de los adultos.

Todos los padres del mundo desearíamos tener recetas para hacerlo todo perfectamente con una oposición llena de pequeños quejicas que todo el día insisten en recibir nuestra atención. Esto, desgraciadamente, es imposible… la vida es así y no somos perfectos.

Hoy con serenidad es necesario revisar que cambios hemos de hacer para conseguir una renovada autoridad que ayude a los hijos a crecer con una voluntad mas reforzada y con menos caprichos.

Victoria Cardona

www.vidadefamila.org

http://criatures.cat/seccio/blogs/la-convivencia-un-trencaclosques/

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