El escrito del presidente de-Cristians al alcalde de Sant Carles de la Ràpita y al presidente de ERC, sobre el posible derribo de la imagen de Jesucristo y la Cruz de un monumento en este municipio

Al alcalde de Sant Carles de la Ràpita, Ilmo. Sr. Carles Caparrós

 
Ilustrísimo Señor:

 
Me he decidido a escribirlo para manifestarle mi preocupación sobre una hipotética decisión de derribar los símbolos de la Cruz y Jesucristo que se encuentra en su municipio en razón de una interpretación sesgada de la legislación sobre la Memoria Histórica. El hecho de que este monumento hubiera sido construido durante el franquismo, con la placa conmemorativa, perdió toda su significación a partir del momento que se retiró dicho recordatorio explícito de una intención política. Lo que ha quedado tiene únicamente una significación religiosa evidente y universal: Jesucristo y la Cruz.

 
Es evidente que hay muchas construcciones hechas durante ese régimen y que lo recuerdan o conmemoran, circunstancia que se resuelve mediante la supresión de los distintivos alusivos. Sólo cuando la construcción en su totalidad tiene una dimensión unívocamente política, se ha planteado su destrucción, y ello aunque con muchas y notables excepciones como usted sabe muy bien.

 
El derribo en pleno 2,016 de dos imágenes que expresan la esencia del cristianismo, ya la vez son símbolos de toda una cultura, nos devolvería a otras épocas, y hoy en otros lugares, y sería fuente de conflicto y escándalo de alcance internacional. Porque sería sorprendente un hecho de este tipo hoy y en Europa, y porque sería lógicamente sentido como una agresión y una amenaza para las confesiones cristianas, la Iglesia católica, y los ciudadanos en general.

 
Que Cataluña y en un municipio como su fuera noticia en este momento para este derribo no nos haría ningún bien y presentaría una imagen intolerante y sectaria. El refugio en el presunto cumplimiento de la ley no implica ninguna respuesta al problema: siempre hay normas que pretenden justificar la destrucción. Sin ir más lejos, el franquismo era un «estado de leyes», que no significa de derecho. También una determinada interpretación de la Sharia lleva a la destrucción en nombre de un cumplimiento y de una determinada memoria histórica. Mantener las cosas con normalidad suele ser un buen camino, o si se quiere otro, siempre se puede situar un recordatorio a la paz, la reconciliación y la fraternidad como valores que superan y redimen la sangre derramada entre hermanos, y sobre los que sí es posible construir un buen futuro.

 
Le deseo, señor alcalde, los mejores éxitos en su contienda de servicio público.

 
Reciba el testimonio de mi consideración,

 
Josep Miró i Ardèvol

 
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Al Hble. Sr. Oriol Junqueras, presidente de ERC

 
Honorable Señor,

 
Me he decidido a escribirlo para manifestarle mi preocupación sobre una hipotética decisión de derribar los símbolos de la Cruz y Jesucristo de la población de Sant Carles de la Ràpita, de la que su formación política gobierna la alcaldía . La razón de esta posibilidad se fundamenta en una sesgada interpretación de la legislación sobre la Memoria Histórica. El hecho de que este monumento hubiera sido construido durante el franquismo, con la placa conmemorativa, perdió toda su significación a partir del momento en que se retiró dicho recordatorio explícito de una intención política. Lo que ha quedado tiene únicamente una significación religiosa evidente y universal: Jesucristo y la Cruz.

 
Es evidente que hay muchas construcciones hechas durante ese régimen y que lo recuerdan o conmemoran, circunstancia que se resuelve mediante la supresión de los distintivos alusivos. Sólo cuando la construcción en su totalidad tiene una dimensión unívocamente política, se ha planteado su destrucción, y ello aunque con muchas y notables excepciones como usted sabe muy bien.

 
El derribo en pleno 2,016 de dos imágenes que expresan la esencia del cristianismo, ya la vez son símbolos de toda una cultura, nos devolvería a otras épocas, y hoy en otros lugares, y sería fuente de conflicto y escándalo de alcance internacional. Porque sería sorprendente un hecho de este tipo hoy y en Europa, y porque sería lógicamente sentido como una agresión y una amenaza para las confesiones cristianas, la Iglesia católica, y los ciudadanos en general.

 
Que Cataluña y un municipio gobernado por ERC fuera noticia en este momento para este derribo no nos haría ningún bien y presentaría una imagen intolerante y sectaria de nuestro país, gobierno y particularmente de su partido. El refugio en el presunto cumplimiento de la ley no implica ninguna respuesta al problema: siempre hay normas que pretenden justificar la destrucción. Sin ir más lejos, el franquismo era un «estado de leyes», que no significa de derecho. También una determinada interpretación de la Sharia lleva a la destrucción en nombre de un cumplimiento y de una determinada ley y memoria histórica.

 
Mantener las cosas con normalidad suele ser un buen camino, o si se quiere otro, siempre se puede situar un recordatorio a la paz, la reconciliación y la fraternidad como valores que superan y redimen la sangre derramada entre hermanos, y sobre los que sí es posible construir un buen futuro.

 
Le deseo los mejores éxitos en su contienda de servicio público.

 
Reciba el testimonio de mi consideración,

 
Josep Miró i Ardèvol

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