Justicia y Paz: construir la paz tras los atentados de Madrid

1. JUSTICIA Y PAZ reitera su condena absoluta de los atentados perpetrados en Madrid el pasado día 11 de marzo, que constituyen un auténtico crimen contra la humanidad. Elevamos a Dios una oración por el eterno descanso de los muertos y nos unimos a cuantos les lloran, al mismo tiempo que deseamos un pronto restablecimiento de los heridos y mostramos nuestra solidaridad a todas las familias dramáticamente afectadas por estos hechos.

2. Confiamos en el cumplimiento de todas las medidas de ayuda a los afectados comprometidas por las Autoridades, al mismo tiempo que nos consolamos por los magníficos gestos de cercanía y apoyo realizados por muchedumbres de todos los pueblos de España.

3. Entre los heridos y los muertos, además de ciudadanos y ciudadanas españoles, ha habido también personas procedentes de muchos otros países: inmigrantes que vinieron al nuestro buscando un horizonte mejor para sus vidas y las de sus hijos, personas que contribuyen al progreso y desarrollo de nuestra sociedad.

4. La autoría de los hechos criminales ha sido reivindicada por grupos extremistas y fanáticos de origen islamista y atribuida a personas de procedencia marroquí, y a ellos se asigna la responsabilidad de los hechos. Vaya para ellos y para cuantos los alientan y sostienen nuestra repulsa más enérgica. Pero consideramos de todo punto necesario no extender el estigma que a partir de ahora les marca para siempre a la población de religión musulmana u origen marroquí que con nosotros convive pacíficamente.

En palabras de Juan Pablo II, es necesario respetar profundamente “la inalienable dignidad de cada persona humana, sin distinciones relativas a su origen racial, étnico, cultural o nacional, o a su creencia religiosa”. Los diversos grupos humanos que conforman una sociedad plural como la nuestra “tienen derecho a su identidad colectiva, que ha de ser tutelada conforme a la dignidad de cada uno de sus miembros. Este derecho permanece inalterado incluso en los casos en los que el grupo, o alguno de sus miembros, actúe contra el bien común. En esos casos, la presunta acción ilícita ha de ser examinada por la autoridad competente sin que por ello sea condenado todo el grupo, pues esto va contra la justicia. A su vez, los miembros de las minorías tienen la obligación de tratar a los demás con el mismo respeto y sentido de la dignidad” (Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz de 1989, núm. 3).

5. Hacemos, pues, un llamamiento a la convivencia pacífica entre todas las personas y los grupos de distinto carácter, origen o religión, desechando cualquier ánimo de venganza y evitando hacer caer las culpas de los criminales sobre otras personas distintas a ellos o sobre sus grupos de pertenencia. En particular, animamos a todos a intensificar sin prejuicios el conocimiento y las relaciones mutuas con las personas de origen marroquí que conviven con nosotros, de entre las cuales ha habido también víctimas en este atentado.

6. Por último, confiamos en los mecanismos de que está dotado el Estado de Derecho para la persecución, la detención, el juicio y el castigo de los culpables, siempre dentro del marco de la ley, al tiempo que asumimos nuestro propio compromiso de trabajar con ahínco por la construcción común de una sociedad más justa, más pacífica y más respetuosa de los derechos humanos de todos.

Madrid, 24 de marzo de 2004

www.juspax-es.org

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