Blog de Josep Miró i Ardèvol (publicado en La Vanguardia)
La pandemia ha trastornado en una medida muy incierta el funcionamiento de la sociedad, de sus instituciones, de su economía y política. ¿En qué grado ha perturbado el hecho cristiano, y su formulación más importante, la Iglesia Católica?, ¿a los propios católicos? Hemos visto cambios oficiales súbitos en deberes profundamente enraizados y cómo la comunidad presencial se ha esfumado. No en todas partes ha sido igual, hay diferencias, no ya entre países, sino de diócesis a diócesis; entre parroquias, pero sumado y restado la impresión resultante es aquella: lo que parecía inmutable, como la vida sacramental, combinación inescrutable de la materia y el Espíritu, puede ser modificado. El signo ha sido sacrificarlo todo por solidaridad con el resto de la sociedad para evitar el más mínimo gesto de contagio, pero no todos, ni todo, ha sido percibido en estos términos. También ha podido ser interpretado como una retirada. Leer más.