e-Cristians.- La doctrina social de la Iglesia católica no establece una guía específica para elegir un partido político en las elecciones. Sin embargo, ofrece principios y valores que pueden ayudar a los católicos a distinguir cómo votar.
- Escoger un partido en unas elecciones desde la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia es una cuestión que implica el ejercicio de la libertad y la responsabilidad de los ciudadanos cristianos.
- No existe un único criterio que determine la elección, sino que hay que tener en cuenta varios aspectos que afectan al bien común y a la dignidad de la persona humana. También el factor del contexto y cuándo se trata de elecciones autonómicas, y en grandes ciudades, cuáles son las consecuencias del resultado a nivel general; a quién y a qué beneficia.
- Algunos criterios decisivos para elegir un partido en unas elecciones son:
- Dignidad humana: La Iglesia católica defiende la dignidad y el valor intrínseco de cada persona, y exige que se proteja su derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural. Los católicos deben buscar partidos políticos que defiendan la vida humana y que promuevan políticas que protejan a los más vulnerables como los enfermos, los ancianos, los pobres y los no nacidos
- Bien común: El bien común es el conjunto de condiciones sociales que permiten a las personas ya las comunidades alcanzar su pleno potencial. Debe ser la meta de la política. Es necesario buscar un partido que promueva políticas públicas que fomenten la justicia social, la solidaridad, la subsidiariedad, el destino universal de los bienes y la participación ciudadana, real y no manipulada, como por ejemplo se ha practicado en Barcelona.
- El respeto por la libertad religiosa y la libertad de conciencia, y los miembros de todas las confesiones religiosas. La asunción de las tradiciones populares y religiosas del país. Se debe buscar un partido que defienda la libertad religiosa y respete la conciencia de cada persona, asuma la expresión pública de la fe y la participación activa de las comunidades religiosas en la vida pública.
- La promoción de la familia y la protección de la vida familiar: Hay que buscar los partidos que promuevan políticas públicas que fortalezcan a la familia, el respeto, protección y fomento a la familia fundada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, ayuden adecuadamente a la su descendencia y apoyen a los padres en su papel como educadores.
- El cuidado del medio ambiente: La creación es un don de Dios y que los seres humanos tienen la responsabilidad de cuidar y proteger el medio ambiente. Se debe buscar un partido que promueva políticas públicas que respeten el medio ambiente y promueva el desarrollo sostenible, y la distribución justa de las cargas que puedan producir. No es legítimo que las acciones en este ámbito aumenten la desigualdad social.
- La exigencia de una correcta aplicación de la neutralidad o aconfesionalidad pública de acuerdo con los términos establecidos por la Constitución, de modo que:
- El hecho religioso no quede reducido a una adaptación a las normas impuestas por la sociedad secular, en términos tales que el ethos religioso debe renunciar a todo tipo de pretensión.
- Las cosmovisiones naturalistas, fruto de una elaboración especulativa de informaciones científicas, no gozan de prima facie de privilegio alguno ante las concepciones de tipo religioso que están en competencia.
- La neutralidad cosmovisional del poder del Estado, que garantiza las mismas libertades éticas para cada ciudadano, es incompatible con cualquier intento de generalizar políticamente una visión secularística del mundo.
- Los ciudadanos secularizados, sus partidos, ni pueden negar en principio a las cosmovisiones religiosas un potencial de verdad, ni tampoco pueden discutir a sus conciudadanos creyentes el derecho a realizar contribuciones desde el punto de vista de la fe en las discusiones públicas.
- Los ayuntamientos y autonomías no pueden promocionar ideologías y cosmovisiones por medio de símbolos, banderas y pancartas, fuera de los comunes oficiales.
- La necesidad de que las elecciones permitan recuperar otra forma de hacer política basada en el respeto humano, el diálogo y la capacidad de pacto sin exclusiones. La amistad civil o concordia es la condición necesaria para que la democracia dé sus frutos.
Debemos afirmar que, por desgracia, la mayoría de los partidos no cumplen los criterios expuestos. Constatamos una notable orfandad política de los católicos.
En el ámbito concreto de las municipales , que no estén en grandes ciudades, tan decisivo como el partido es la persona que encabeza la lista. En este sentido, la dimensión y el conocimiento humano son decisivos a la hora de decidir.
En las grandes ciudades, votar socialista, UP, Comunes, Sumar y sus variantes locales, es reforzar la posición del presidente Sánchez, cuyas leyes y políticas son frontalmente contrarias, a la concepción y cultura política cristiana ya la ley natural. Además, con el estado ha emprendido una preocupante gira hacia una autocracia revestida de formalidades liberales, y el estado de derecho está siendo sustituido por un estado de leyes, que son aprobadas prescindiendo de las garantías necesarias que el debate parlamentario exige en una democracia y que son aplicadas de acuerdo a sus intereses ideológicos.
En el caso de Cataluña, es necesario hacer observar que el PSC mantiene unas posiciones en general más positivas al respecto al hecho cristiano, y hay que señalarlo.
En el caso de Barcelona ciudad, y vistos los ocho años de gobierno, es evidente que no es compatible lo expuesto con la abstención o el voto a Ada Colau, o a los partidos que puedan apoyarle. Barcelona necesita recuperar el diálogo, el respeto mutuo, la búsqueda de grandes consensos para las grandes actuaciones que condicionan la ciudad a largo plazo y el uso real de la consulta ciudadana sobre las mismas.
La situación del país es distinta de hace 4 años. Se han aprobado leyes muy graves de eutanasia, ideología de género, ideología trans, contra los derechos de los padres y de las escuelas cristianas. El nivel de implantación real de estas leyes depende a menudo de autonomías y municipios. Éstos son responsables de cómo aplican la eutanasia y la objeción de conciencia, así como las inversiones en cuidados paliativos o en grandes dependientes. Las ayudas a las embarazadas con problemas dependen de ayuntamientos y autonomías. El votante cristiano también puede preguntarse si su dinero público se está utilizando para pagar actividades groseras y blasfemas contra los sentimientos religiosos. Y si sus representantes municipales, como mínimo, se molestan en felicitar la Navidad, la Pascua o las fiestas de la Virgen a los cristianos (lo que sí hacen gobernantes de países con pocos cristianos, como la India o, hasta y todo, Vietnam comunista).
Cada votante debe considerar su propia conciencia y discernimiento en la toma de decisiones políticas. Los criterios presentados no son excluyentes ni jerárquicos, sino que deben valorarse en conjunto y con prudencia, teniendo en cuenta las circunstancias concretas. La doctrina social de la Iglesia no es una ideología, sino que ofrece unos principios y valores que iluminan el discernimiento moral de las personas.