Pilar Torra Julià
Mi amiga Ángeles Costa me ha animado hoy a escribir -como ella ha hecho- un agradecimiento a nuestro querido obispo emérito Xavier Novell. Mi corazón ya hace días que me lo pedía.
Conocí al Obispo cuando hacía poco que había recibido su ordenación episcopal. Me sorprendió que desde el primer momento se mostró cercano y dispuesto a escuchar mis opiniones. Recuerdo perfectamente que antes de salir en el programa «El Convidat» nos preguntó qué nos parecía a un grupo que estábamos comiendo en una de las reuniones que teníamos en el Seminario de Solsona los que formábamos parte de alguna Delegación del Obispado. Personalmente le animé a salir en la entrevista porque creía que conocer más de cerca a nuestro Obispo haría un gran bien.
Como delegada de Peregrinaciones durante una temporada, tuve el regalo que nos pudiera acompañar en muchos de esos viajes que hacíamos de vez en cuando para conocer lugares de interés para nuestra fe. Pude ser testigo de muchos momentos de servicio discreto que no eran notorios para la mayoría de peregrinos. Recuerdo especialmente un día que estuvimos hospedados en Francia, en una casa religiosa muy humilde. Los más de 50 peregrinos cenamos e hicimos uso de toda la vajilla que nos ofrecieron las monjas, pero cuando tocó ir a dormir después de una jornada agotadora, nuestro Obispo se dio cuenta de que las hermanas no tenían lavavajillas y me pidió discretamente que la ayudara a lavar todos esos platos y cubiertos. Recuerdo que el fregadero donde teníamos que hacerlo era muy bajo y muy pronto tuve dolor de espalda, pero allí estuvo él hasta terminar de recogerlo todo.
El 13 de marzo de 2013 un grupo del Obispado, junto a nuestro Obispo, vimos en directo al Papa Francisco cuando fue elegido y salió al balcón a pedir oraciones para su Pontificado. He visto también que nuestro añorado Pastor pidió muchas veces oraciones humildemente para él, con la conciencia de que todos nos necesitamos. En cambio algunos de los que lo han criticado estos días quizás se creen tan rectos que nunca les he oído pedir una oración para ellos a nadie.
Siguiendo las recomendaciones del Papa Francisco, el Obispo Xavier instauró en su Diócesis la gratuidad en los procesos de nulidades matrimoniales. También benefició a varias familias que padecían pobreza energética (cuando no se hablaba tanto de esto) de la leña de un bosque perteneciente al Obispado y facilitó las vacaciones para muchas familias en vicarías de la Diócesis.
Asimismo propició los «Encuentros Fratello» con el Papa y estuvo acompañando a un grupo de personas en situación de precariedad junto con un buen grupo de voluntarios. Sé que compartió habitación con uno de estos peregrinos vulnerables. Su entrega y disponibilidad era máxima.
Siempre que le necesité estuvo disponible para mí. Se notaba que se alegraba con mis alegrías y empatizaba cuando yo tenía una dificultad. ¡¡¡Qué diferente de la imagen de persona distante que algunos estos días han presentado!!! Sé de muchas personas que le quieren mucho y que le están agradecidas.
Estimado Obispo, si lee estas pobres líneas, le pido que no olvide de que los que lo conocemos de verdad lo llevaremos siempre en el corazón.