Apreciado amigo/Apreciada amiga de e-Cristians:
El curso para e-Cristians aún no ha terminado entre otras razones porque hay una fecha tan importante como son las elecciones del 23J.
Dicho esto, quisiera llamar tu atención sobre dos hechos importantes. El primero de ellos es que en Catalunya se declaran católicos el 55% de la población. ¿Por qué cito a Catalunya? Porque para España el CIS de Tezanos ha situado la misma cifra. De modo que habrían caído del 67% en el 2020 al 55% en octubre del 2021.
No hace falta hacerle caso, es el resultado de las muestras sesgadas que utiliza Tezanos para favorecer conclusiones electorales favorables al PSOE. La cifra de católicos en España sigue siendo más alta que la de Catalunya, pero el hecho de que el CIS pueda plantear una cifra rotundamente anómalao, sin que se levanten voces de la parte interesada, con contadas excepciones, como la de Pablo Ginés en Religión en Libertad o Forum Libertas, es sintomático de la anomia de una parte del catolicismo.
Una gran parte de aquellas personas que se declaran católicas, tienen una identidad muy débil y nunca ponen los pies en una iglesia. Pero, aun así, cuando se les pregunta por su confesión religiosa, contestan lo que contestan. No son ateos, ni agnósticos, ni indiferentes.
Más importante resulta el porcentaje de población que acude más de una vez a la semana o bien con esa frecuencia o varias veces al mes. Representan el 17% de la población mayor de 18 años. Si hace cuentas, vería que es una cifra que supera las 800.000 personas en el caso de Catalunya. Se trata de mucha gente. Es de lejos la minoría que tiene una identidad bien definida de Catalunya. En el caso de España, aproximadamente 1 de cada 5 votantes acude a misa los domingos. Y todavía quedaría un 15% de la población que asiste a los oficios alguna vez al año; podríamos decir que son católicos culturales.
Asimismo, cada domingo cientos de miles de personas se reúnen en la iglesia y durante 20 minutos o más escuchan el relato que hace el sacerdote. La homilía es el mayor proceso de socialización directo y presencial que existe en el país.
A todo ello, cabe añadir el número de universidades y centros de enseñanza católicos, importantes asociaciones y movimientos, medios de comunicación, incluida radio y televisión de alcance, etc.
La pregunta necesaria es: cómo es posible que con tanta gente y tantos recursos, lo que podríamos llamar la agenda cristiana, las cuestiones relacionadas con la familia, la vida, su dignidad, la educación de los hijos, la situación de los más pobres y un largo etcétera, son residuales o sencillamente no están presentes en la agenda electoral. No aparecen en ningún debate. No solo eso, sino que se asumen planteamientos sesgados de la ideología dominante. Por ejemplo, toda muerte provocada es trágica y, por tanto, cada una de las mujeres asesinadas por su pareja tiene esta categoría. Pero no es la única tragedia en cuanto a muertes provocadas. Por ejemplo, los homicidios de ancianos, son más de 3 veces superiores a los homicidios de pareja, pero no son noticia, carecen de leyes que otorguen atención; son muertes marginales. Es escandaloso que cada día mueran 2 personas por accidentes laborales, esto es lo que ocurrió en el 2022. Pero ha sido una noticia «flor de un día». Mientras, la cincuentena de muertes por feminicidio de pareja que se producen al año son reiteradas y recordadas sistemáticamente y constituyen el único centro de atención. Mientras, se ocultan el resto. Como si situar estas tragedias de las muertes violentas todas en primer plano le quitara importancia a la tragedia de la mujer asesinada. Es un error moral y práctico extraordinario.
Si consideramos estas reflexiones, la de la presencia católica y su insignificancia en el ámbito político y añadimos el descrédito de la política y la falta de confianza en los partidos, aunque tienen en sus manos la mayor realización del bien común, tenemos dibujado el marco de referencia en el que es un imperativo como cristianos darle respuesta.
Que éstas sean las últimas elecciones en las que la concepción cristiana es marginal e ignorada.
¡Paz y bien!
