Àngels Costa Garet
Con el duelo aún en proceso por la triste noticia de la renuncia de nuestro obispo Xavier, quiero agradecer y dar a conocer al obispo que nosotros hemos conocido.
Recordemos su ordenación episcopal tan multitudinaria, con aquella fe contagiosa que desvelaba los corazones dudosos.
¡Cuánta caridad y paciencia para escuchar y atender a toda persona poniéndose a su altura cada vez que visitaba las parroquias! Como si se quisiera acordar de todos…
Esperanzado siempre, no ahorró dedicación a nuestros jóvenes organizando con los sacerdotes formación catequética y muchas actividades evangelizadoras y divertidas.
Como uno más en el grupo, 15 días antes de hacerse pública su renuncia emprendió «La ruta» de una semana con 30 jóvenes que no dejó ni un momento… escuchando, animando y guiando a quien fácilmente se pudiera extraviar del camino del Jesús que él tanto ama. Con doctrina clara y la luz de Jesús, desvanecía la niebla para que no cayeran en los peligros y trampas que todos encontramos en el camino de la vida. ¡Mil gracias! Fiel a su ministerio hasta el último momento, cuando lo más fácil era fugarse, fue intercalando en el largo trayecto de cada día, oraciones, meditaciones y misa y adoración al llegar al lugar.
Para mi familia fue un honor poder compartir con él una vez más sobremesa, mientras a pocos metros su «rebaño» de jóvenes convalecía del cansancio de tantos kilómetros, disfrutando de aquella tarde y noche de verano que recuerdan «muy guay». ¡Cómo le quieren y le echan de menos! … ¡Cómo querrían que este tema fuera una pesadilla!
Ni que decir cómo nos duele verlo en un extraño camino que no entraba en la hoja de ruta. ¡Qué dura prueba! Rogamos mucho para que vuelva al camino que nos asegura la Vida.
Aunque sabemos que es a Cristo a quien seguimos nos duele muchísimo ver cómo le destrozan sin respetar ni su persona, ni su dignidad de Pastor, ni los sentimientos de la familia, ni los nuestros. Víctima de enemigos de dentro y fuera de la iglesia, algunos con gran poder y odio, se ensañan con mofas y risas, sin compasión de quien puede haber errado el camino lleno de fieras. ¡¡No vale!! ¿No lo saben que la iglesia está hecha de personas humanas y que donde hay personas humanas hay miserias humanas? ¿Qué solo Dios es Santo y perfecto y que la vida que nos debe interesar y meditar es la de Jesús?
Ahora nos toca practicar las palabras de Jesús y las meditaciones de nuestro obispo Xavier. «Volved de la parte de Dios». Utilizad el taburete de tres patas (oración, confesión y eucaristía) para que un día podamos cantar de corazón juntos esa canción que cantaban los chicos al volver de las catecolònies: «Paraíso, yo prefiero el paraíso…».
El Señor lo retornará a casa, le curará las heridas y le pondrá el anillo y el vestido de fiesta.