Colau se quiere cargar Sant Josep de la Muntanya

De una manera discreta del Ayuntamiento de Barcelona ha presentado para su aprobación inicial el Plan General Urbanístico del distrito de Gràcia. Este plan introduce variaciones importantes en el sistema viario y una de ellas es la conexión de las calles Mare de Déu de la Salut y Maignon, que son precisamente los que atravesarían los jardines de Sant Josep de la Muntanya.

Para lograrlo se procedería a la expropiación parcial de la finca donde se encuentra el Santuario. La expropiación no afecta al edificio del templo, pero sí a los jardines que lo rodean. Este hecho alterará la naturaleza recogida del Santuario en medio del espacio urbano, gracias precisamente a los jardines, pero además destruirá una de sus otras funciones históricas. Porque en este espacio hay localizados 6 centros residenciales que acogen jóvenes tutelados por la congregación Mares dels Desemparats, que tienen a su cargo los hogares de Sant Josep. En estos espacios se encuentran los patios y zonas deportivas precisamente de estos chicos protegidos. Y ahora esta función quedará radicalmente dañada.

Es sorprendente que mientras que en el conjunto de la ciudad Colau se dedica a liquidar espacio para los coches y otros vehículos, eliminar carriles, restringir el tráfico …, uno de los pulmones de la ciudad, que tiene una importante tradición religiosa y de servicio social, ahora quiere trocearlo para aumentar la vialidad. Lo que reduce a la ciudad lo hace por encima de una zona verde de las que Barcelona está muy escasa.

¿Adoptaría Colau esta medida si no se tratara de un equipamiento de carácter religioso? Hay que recordar que siempre que ha podido, la actual alcaldesa ha intentado afectar bienes de la iglesia. Precisamente fue en Gràcia cuando en 2016 quiso expropiar la parroquia de Santa Maria, lo que no pudo hacer por la campaña que se desplegó entonces. El caso de Sant Josep de la Muntanya es mucho más importante porque afecta a la dimensión religiosa, el uso social y el gran espacio verde.

Precisamente cuando la crisis ambiental reclama de las ciudades el incremento de los espacios verdes, la alcaldesa de Barcelona, ​​que dice liderar esta causa, se dedica a destruir uno en beneficio de mejorar la circulación de los coches.

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