No podemos esperar más, ni mirar hacia otro lado
La Iglesia, y con ella el pueblo de Dios y el cristianismo que no acepta que el mundo sea su guía, sino que cree firmemente que él es la guía del mundo, están sometidos a una guerra cultural. No protagonizamos la guerra; en todo caso, somos víctimas de ella.
Urgencia y necesidad
Una cultura es cristiana cuando su experiencia parte de Cristo.
El cristianismo ha tenido un protagonismo determinante y central en la construcción de las sociedades democráticas occidentales. Esa situación ya no existe y los cristianos debemos saber construir la alternativa o habremos retrocedido al siglo II.
Ser alternativa significa superar la marginalidad y cuestionar los actuales marcos de referencia, y construir otros nuevos surgidos de la concepción cristiana y de la ley natural.
También significa la necesidad de crear la conciencia necesaria en el seno de la Iglesia de que la tarea de construir la alternativa es necesaria y urgente.
La construcción de la alternativa
Estos son unos primeros enunciados de ideas fuerza o ejes del relato alternativo a construir:
- Practicar un diagnóstico crítico de la realidad, dirigido a restaurar y rehacer la realidad, a fin de restituir o alcanzar la verdad. Nuestra crítica debe aportar un horizonte de sentido y generar el impulso necesario para dirigirse a él; iluminar aquello que está oscuro, desvelar lo oculto, restituir la forma verdadera a lo deformado. Ser fermento de soluciones, de respuestas y proyectos positivos.
- Explicar y razonar que existe un orden natural en las cosas y en la vida humana, y vivir de acuerdo con él.
- Presentar la concepción y la mentalidad cristiana como alternativa integral al desastre existente, y mostrar que todo lo que existe sería muy diferente y mucho mejor con el proyecto cultural cristiano.
- Planteamos abiertamente que las concepciones laicistas, secularizadoras, no poseen, por el hecho de serlo, ninguna superioridad sobre las concepciones religiosas en el debate público político. Es más, dado que las crisis acumuladas que vivimos surgen de su concepción ideológica y no del pensar cristiano, han de reflexionar y rectificar sobre las causas de sus errores.
- La sociedad es plural, no laica, y en ella predomina la idea de Dios. El Estado es laico, es decir, neutral porque carece de confesión religiosa, si bien las respeta a todas en el marco de la libertad religiosa y de la colaboración positiva. Por razones de adscripción mayoritaria y de naturaleza cultural, reconoce un papel especial al cristianismo. Por consiguiente, el estado no puede ser laicista ni de práctica atea, y no puede cancelar la referencia a Dios en la vida pública.
- Ampliar e intensificar el debate sobre la vida humana y su dignidad, y presentar el modelo que proponemos de sociedad de la acogida y el cuidado de la vida humana desde su nacimiento hasta la muerte natural, contrapuesto a la sociedad desvinculada de la vida, que aplica el aborto masivo y eugenésico, la eutanasia y el suicidio asistido. La promoción de la dignidad significa introducir los criterios de la doctrina social cristiana en sus propuestas socioeconómicas y políticas.
- Afirmamos que el gran debate, el primero de todos, es sobre el bien, el bien común y los bienes de las personas concretas en cada caso.
- Favorecer el bien no implica sacrificar la libertad y la autonomía personal porque ambos, junto con la integridad personal y la dignidad, son en sí mismos bienes necesarios para la consecución de otros bienes.
- La libertad se ejerce eligiendo entre varias opciones moralmente buenas y carece de valor cuando se eligen propósitos malos o vacíos. Por tanto, los poderes públicos deben proteger y fomentar valores, virtudes e instituciones socialmente valiosas.
- No existe la neutralidad de las autoridades públicas frente a las opciones de bien, porque, como constatamos con las leyes y las políticas, los poderes públicos impulsan su ideología. Este es uno de los grandes cuestionamientos de la alternativa cultural.
- La autonomía personal requiere pluralismo moral, no escepticismo, ni subjetivismo, ni relativismo moral. Lo que significa es que existen más de una manera incompatible entre sí para ejercer el bien.
- La realización última de la alternativa cultural necesita acceder a la legislación y a las políticas públicas. Hasta llegar a este punto, la tarea es organizarse y actuar sin descanso para procurar la aplicación de aquellas ideas fuerza.