Josep Miró i Ardèvol
La cultura y la política dominante -la misma que forja las crisis acumuladas, porque es incapaz de resolver ninguna, pero sí de multiplicarlas- tiene dos características propias del totalitarismo. La de no asumir ninguna de sus responsabilidades sobre las causas que provocan aquellas crisis y señalar siempre, desde una pretendida superioridad, a los lumpenciudadanos, los estigmatizados, que discrepan de aspectos de la doctrina dominante, y por ello carecen de todo derecho a presentar sus puntos de vista sin ser vilipendiados, censurados, cancelados y, si resulta posible, condenados al ostracismo mediático civil y, si cabe, económico. Leer más.