Apreciado amigo/Apreciada amiga:
Tras la asamblea celebrada el pasado día 25 de marzo y con los órganos de gobierno renovados, empezamos un nuevo curso que tiene como principales objetivos potenciar la acción de e-Cristians, desplegar todas las actuaciones a corto y largo plazo relacionadas con la ley de la eutanasia y la necesidad de introducir los cuidados paliativos, y la Asamblea Extraordinaria que se celebrará después del verano, con vocación de definir el camino que debe seguir nuestra organización, recogiendo los 20 años de experiencia precedentes y para enfocar estos tiempos inciertos y difíciles, tiempos de transición. En todo este contexto deben seguir vivas las líneas habituales que estamos desplegando relacionadas con la formación interna y externa, las actuaciones en el ámbito de la pornografía, de apoyo de los derechos de los padres y la enseñanza concertada, así como de aplicaciones concretas de justicia social desde la perspectiva de la doctrina social cristiana. También todo lo que hace referencia a la presencia de esta concepción en el espacio público-político. Y este aspecto es muy amplio, ya que contempla desde hechos como el de la cruz retirada por decisión del alcalde a Sant Vicenç de Montalt, y que sigue pendiente de un compromiso público de reparación, y en un sentido más amplio, la ley de la memoria histórica, que tal como se aplica está consistiendo en una excusa para destruir símbolos cristianos, que ciertamente fueron levantados durante el franquismo, pero sin considerar que este régimen duró cerca de 40 años, y que evidentemente no se derriba todo lo que a lo largo de este tiempo se llevó a cabo. En otras palabras, se utiliza la ley para liquidar la simbología cristiana en la misma línea que lleva a excluir toda referencia, no ya confesional sino de Dios en la vida pública.
En este contexto es un error lo que, en nombre de la eficacia, algunas personas y organizaciones llevan a cabo: ocultar la etiqueta de cristiano, porque consideran que ésta sólo inspira rechazo, pensando que de esta manera su objetivo específico, de solidaridad, de vida, de enseñanza, lo que sea que en realidad surge de la fe y tiene un trasfondo cristiano, prosperará más fácilmente. Es un error por partida doble. Primero porque el rechazo al cristianismo no viene de la etiqueta, sino de los contenidos que ésta conlleva y que son contrarios a la actual ideología mundana dominante. Este hecho se puede ver con claridad cuando determinados sacerdotes, monjas, laicos, son celebrados en sus intervenciones a pesar de su pública condición cristiana porque sus tesis son favorables a la mundanidad actual. Es una estrategia que adolece de una ingenuidad extrema. Ni es eficaz, ni sirve a lo que quiere conseguir. Pero es que además estos cristianos olvidan que el primer mandato es mostrar con el testimonio y la palabra, las dos al mismo tiempo, el camino de Jesucristo, y que hacer «cosas» viene después. Cambiar el orden hasta hacer desaparecer el hecho cristiano es no servir al mandato de la fe.