Unos hechos que hay que recordar

Pablo J. Ginés (Religión En Libertad)

Ha muerto este domingo 8 de mayo en Ciudadela, Menorca, con 77 años, el ex-empresario abortista, especializado en abortos tardíos, Carlos Morín Gamarra, protagonista del mayor juicio por abortos ilegales en España, que fue investigado por la prensa británica y la televisión danesa, con una historia emitida en varias televisiones europeas (al menos en Francia y Holanda). Él practicaba en Barcelona los abortos tardíos que se negaban a hacer los abortistas ingleses, franceses u holandeses.

Su caso cambió la historia del aborto en España. Una trabajadora de Morín estaba dispuesta a hablar, a contarlo todo, y aportó papeles y documentos. Esta trabajadora se atrevió sólo porque una juez le concedió protección como testigo protegido y se tomó en serio esta investigación, algo que nunca había pasado antes en un negocio abortista.

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Los abortistas vieron que la ley que implantó el Gobierno socialista de Felipe González, que había aplicado sistemáticamente el coladero de «riesgo psíquico para la salud de la madre» para 1,5 millones de abortos, no era suficientemente segura para su negocio.

El caso Morín hizo cambiar la ley en 2010

Asustada, la industria del aborto pidió al PSOE una ley de aborto libre por plazos. Eso es lo que le regaló el PSOE de Rodríguez Zapatero en 2010.

Pero ¿era compatible una ley así, de aborto sin aducir causa, con la Constitución española? Diputados del PP plantearon el caso al Tribunal Constitucional… y doce años y un millón de abortos después el Constitucional aún no ha respondido, en lo que es la más vergonzosa dejación de responsabilidades de la historia de la democracia española.

Mientras tanto, en 2004 y 2006, a Morín le intentó proteger la Generalitat, el Colegio de Médicos (en sus primeros años), la fiscalía en Madrid que no tenía testigo, una primera sentencia en Barcelona 2013 que se negaba a tomar en cuenta el reportaje danés y otras pruebas… pero finalmente se repitió el juicio y en junio de 2016 Morín era condenado a un año y medio de cárcel por 11 abortos ilegales.

Más adelante, se le condenó también al considerarse demostrados sus fraudes fiscales (realizaba abortos carísimos y clandestinos que no declaraba a Hacienda).

Escena de la detención de Morín en 2007 en su clínica... aterrorizó a todos los empresarios del aborto

Escena de la detención de Morín en 2007 en su clínica… aterrorizó a todos los empresarios del aborto y pidieron una nueva ley, que Zapatero les dio en 2010.

Enfermo, y ya jubilado, no llegó a entrar en prisión y pasó sus últimos años en Ciudadela, Menorca. Aseguraba que vivía con austeridad. Parece que la enorme riqueza que había amasado en abortos ilegales y tardíos la había gastado rápido en coches de lujo y caprichos caros.

Rompiendo el silencio del aborto

En la necrológica de El País, dicen que «la vida de Morín dio un vuelco en noviembre de 2007, cuando agentes de la Guardia Civil le detuvieron junto a su mujer, María Luisa Durán. Sus clínicas fueron cerradas y ambos permanecieron tres meses en prisión provisional por orden de la jueza».

Las fotos de Morín esposado y acompañado de policías encabezaron portadas. ¡Un abortista detenido y a juicio! Pero los abortos tardíos de Morín, y su coladero del «riesgo psíquico», habían llamado la atención de la prensa europea antes, en 2004 en Inglaterra y en 2006 en Dinamarca, Holanda y Francia. En 2004, la Consellería de Sanidad y los Mossos d´Esquadra acudieron a hacer unas inspecciones superficiales a sus clínicas, para cubrir el expediente.

En 2013, Josep Miró, presidente de la asociación E-Cristians, explicaba a ReL que esta asociación se volcó en el caso Morín «desde que apareció en el dominical del Telegraph en 2004″. Una periodista inglesa embarazada, con cámara oculta, fingía querer abortar en la clínica de Morín. La clínica sólo le pedía firmar un papel declarando sentir ansiedad. El médico cubano Ramón Tanda, uno de los asalariados de Morín, ya la empujaba con malas maneras hacia el quirófano cuando la embarazada salió corriendo con la excusa de ir al lavabo. La niña que Tanda quería abortar con tanta prisa hoy es una joven adulta de 18 años.

«E-Cristians, con las asociaciones catalanas de Juristas Cristianos y de Médicos Cristianos y las entidades del Pacto por la Vida, salió a la calle, en una manifestación en diciembre de 2006 ante las clínicas de Morín». El Colegio de Médicos de Barcelona no quiso investigar ni hacer nada y criticaba que E-Cristians hablara del tema. Una diputada de CiU, Gloria Renom, acudió a la manifestación, pero camuflada entre el público: en CiU había órdenes de no significarse ni criticar a Morín. (Miró dejó definitivamente en 2008 el partido en el que había militado antes).

El telerreportaje danés de 2006 es más revelador, porque llegó a emitirse en TeleCinco, y televisiones europeas. TV3 se negó a emitirlo, y también las televisiones públicas españolas. Todo en el mundo del aborto apuntaba siempre al silencio y al no hablar ni investigar. Este reportaje no tenía imágenes escabrosas, sólo a Morín pidiendo 4.000 euros por abortar a un bebé de 31 semanas basándose en una declaración de la embarazada (periodista encubierta) de sentir ansiedad.

Sus diálogos son esclarecedores, una especie de ventana a la psique del abortista. Vale la pena repasarlos:

Minuto 8

– Así, lo que hacemos es, primero, que deje de latir el corazón del feto -explica Morín a la embarazada danesa, sin saber que es periodista y que está grabando.
-¿Dentro?
-¿Dentro? Sí.

Minuto 9

– ¿Y es seguro que cuando el bebé nace está muerto? – pregunta la chica danesa a Morín, usando la palabra «baby».
– Sí. Seguro al 300% -responde Morín.
– ¿Qué es lo se le da?
– Digoxina. Es lo que se pone cuando se tiene un ataque al corazón, pero en sobredosis.

Minuto 11

-Esto es un formulario que tenemos que rellenar de todos los casos que vienen de Inglaterra, Holanda, Alemania…
– … y Dinamarca -concluye la chica.
– ¿Por qué? -pregunta el acompañante danés (el otro periodista) cuando ella se aleja a rellenar el formulario.
– Porque, ya sabes, es arriesgado, ella tiene que estar convencida… hay complicaciones morales, religiosas…
– ¿Y los pacientes aquí vienen de todo el mundo?
-Sí, incluso de Australia -se jacta Morín.

Minuto 13

-Al padre del niño ya no lo veo más, simplemente no se quiere relacionar con el niño… -dice la danesa
-Y aquí estás… – responde Morín, con tono comprensivo y empático
-Y aquí estoy…

Minuto 20

-¿Test psicológico? -pregunta la danesa
-Sí.
-¿Por qué?
La única forma en que podemos hacer esto es demostrar que tú estás, o puedes estar, con ansiedad o depresión... Porque la ley dice que si quieres un aborto es porque tienes un problema psicológico tan grande que entonces podemos ayudarte -explica Morín.
-O sea, que dices que tienes eso…
Sí, es burocracia -dice el magnate abortista.

Minuto 21

– La ley en este país -explica Morín- dice que para abortar has de estar bajo un problema psicológico grave, y la forma de demostrarlo es con este test. ¿Seguro que quieres hacerlo?
-Sí -responde la chica.
-¿Tienes el dinero? -pregunta una secretaria.
-Sí, pero no aquí, está en el hotel. ¿Cuánto cuesta?
– Cuatro mil euros
– Bueno, vamos al hotel a buscarlo y volvemos.

La chica ya no volverá a la clínica abortista, pero sus compañeros periodistas llegan a la clínica con una cámara grande al hombro.

Minuto 27

-La ley en España -explica Morín al periodista danés- dice que si tienes enfermedad mental o puedes tenerla, puedes ir a diversos psiquiatras, antes de intentarlo. Y así no hay límites. Esta chica ha ido a dos, y el segundo ha dicho que vaya a un tercero.
– ¿Y qué pasa con la moral?
– Es cosa suya, mía… usted tiene su moral, yo la mía…
– ¿Pero usted tiene moral?
– Eso lo tiene que decidir usted, yo ya sé lo que tengo.

Minuto 29

– O sea, ¿que usted no puede entender que la gente critique lo que hace?
– Lo que yo entiendo es que: uno, soy un profesional, un doctor. Dos, hablo varias lenguas. Tercero, soy mayor que usted. Cuarto, mis creencias son distintas a las suyas; usted piensa una cosa y yo otra. Eso es lo que nos diferencia.

[…]

– Algunos de los abortos que usted hace aquí son de fetos que podrían sobrevivir fuera del útero… -insiste el periodista danés.
– Yo no soy un filósofo, no estoy aquí para preguntarme si un feto respiraría o no…
– Pero un poco de moral….
– Coja su moral y quédesela, que usted tiene la suya; yo la mía; no tengo nada que ver con la moral de usted.

Minuto 30

– La entrevista ha terminado -dice Morín tras una llamada de teléfono.
– ¿Terminado? ¡Tengo más preguntas!
– No responderé.
– ¿Por qué?
– ¿No entiende usted? Terminado.
– Pero no entiendo por qué. ¡Sólo un par de preguntas más!

Minuto 31

– ¿Podría llamarle con otras preguntas? -insiste el periodista
– Tengo mi moral. He de trabajar -responde Morín en la puerta.

Reportaje completo danés de 2006 (en danés, con partes en inglés y español), que TV3 y las televisiones públicas españolas no quisieron emitir.

Lo que cambió: una trabajadora dispuesta a contarlo todo

Ni la periodista danesa ni la inglesa ni el escándalo europeo lograron que las autoridades ni los políticos ni el Colegio de Médicos de Barcelona se molestaran siquiera en intentar hacer nada para frenar los abortos ilegales y tardíos de Morín. Sólo se logró cuando una trabajadora de Morín contactó con E-Cristians dispuesta a contar todo lo que sabía y aportar documentación al juez.

«La querella inicial fue la de E-Cristians. Después hubo otras iniciativas en tribunales de Alternativa Española, el Centro Jurídico Tomás Moro y al final, ya en abril de 2008, ¡incluso del Colegio de Médicos!», explicó Josep Miró. «Lo que propicia el éxito del caso Morín es que aparece un testigo protegido que lo cuenta todo, con declaración escrita ante la policía; es entonces cuando la juez pide actuar a la Guardia Civil y pinchan los teléfonos. Con lo que averiguan en las llamadas, la juez y la fiscal deciden cerrar las clínicas y llevarse el material. Fijémonos que en Madrid el caso contra las clínicas de Morín allí [en 2010] no prosperó porque no había testigo», señaló Miró.

En este debate, se planteaba el tema de la escasez de residuos humanos en la clínica de Morín; las portadas y tertulias hablaron de sus trituradoras, las partes de cuerpos de fetos y otros temas desagradables para la industria abortista (ver a partir del minuto 1).

E-Cristians y las otras asociaciones pudieron perseverar durante años y recurso tras recurso porque pudieron recibir dinero de muchos pequeños donantes, socios y personas concienciadas que aportaron el dinero para las caras acciones jurídicas.

La extraña absolución del primer juicio: el Supremo obligó a repetirlo

La sentencia del primer macrojuicio a Morín y 10 colaboradores suyos fue decepcionante para los provida. La Fiscalía pedía 273 años de prisión por practicar 89 abortos ilegales a mujeres en avanzado estado de gestación, incluyendo 171 años de cárcel para María Luisa Durán, la esposa y socia de Morín.

Y sin embargo, el tribunal se negó a admitir numerosas pruebas, incluyendo el vídeo danés, y absolvió el 31 de enero de 2013, a todos los acusados de todos los cargos, pese a los miles de folios y documentos de contabilidad en negro aportados por la trabajadora de la clínica.

E-Cristians y los otros denunciantes decidieron perseverar y en noviembre de 2013 el Tribunal Supremo ordenó que se repitiera el juicio, declarando que la Audiencia de Barcelona «menoscabó el derecho de aportación probatoria del fiscal y las acusaciones populares» por rechazar como prueba las imágenes grabadas con cámara oculta por la televisión pública danesa y por no dejar reproducir durante el juicio unas testificales que constaban en el sumario. «Se pidió que se pasaran las grabaciones y que pudieran declarar los periodistas que las hicieron, lo que fue denegado, así como las declaraciones que los imputados hicieron en la primera fase ante el juez y la Policía», detalló Miró.

Jesús María Silva, catedrático de Derecho Penal y abogado de E-Cristians, explicó a La Razón que hacer repetir el juicio «es un duro rapapolvo para la Audiencia de Barcelona, porque el Supremo dice ahora que no fue imparcial y eso quedó plasmado en la sentencia. Lo que ha hecho el Alto Tribunal es algo muy excepcional y eso hace pensar que las cosas no se hicieron bien» [por parte de los jueces de Barcelona].

En junio de 2016, repetido el juicio, se consideró probado que Morín y su cómplice el psiquiatra Pascual Javier Ramón Mora realizaron 11 abortos ilegales falsificando diagnósticos psicológicos. La sentencia era de 6 meses de prisión por cada delito, pero no ingresaron por varios atenuantes, como el de dilación en la realización del juicio.

Sentencia a Carlos Morín Gamarra por abortos ilegales

El caso Morín muestra el truco o coladero del riesgo psíquico para hacer abortos ilegales

Los juicios a Morín y sus colaboradores demostraron el mecanismo por el que se hicieron la mayoría de abortos en España con la ley de 1985 hasta 2010: el coladero del «riesgo psíquico» para la embarazada, con tests falsificados, sin cumplimentar, etc…

El abogado de Morín insistió en presentar recursos, y en enero de 2018 el Tribunal Supremo absolvía de 8 de esos 11 delitos de aborto a Morín y al psiquiatra Ramón Mora, manteniendo las condenas por los otros 3, abortos realizados fuera de la ley en 2007 falseando informes psiquiátricos. El juez vio probado que, como dijeron ellas mismas durante la investigación, las mujeres no fueron vistas por ningún psiquiatra.

El final: viejo, cansado, enfermo… ni los abortistas lo apreciaron

Así, después de 14 años de escándalos, juicios, recursos, e intervenciones judiciales, Morín sólo fue condenado en firme por 3 abortos ilegales falsificando informes. Ya estaba cansado, viejo, enfermo. Se sometía a diálisis tres veces por semana, hasta fallecer, prácticamente escondido, en Menorca.

Nadie le miraba como un héroe, ni las feministas ni los compañeros de la industria abortista, que lo odiaban por haber ido siempre por libre -no formaba parte de la patronal ACAI- y por llamar demasiado la atención con sus avariciosos abortos tardíos. Fue su avaricia y descaro lo que llevó a cambiar la ley del aborto en España a la actual, una ley que aún no se sabe si es conforme a la Constitución.

«Yo no soy un filósofo, no estoy aquí para preguntarme si un feto respiraría», le dijo al periodista danés. «Coja su moral y quédesela, no tengo nada que ver con la moral de usted», le insistió. «Soy un profesional, un doctor. Hablo varias lenguas…», se ufanaba.

No está claro que todo eso le vaya a servir ahora al enfrentarse a un Juicio mucho más justo que todos los que enfrentó, y en el que tendrán voz sus cientos o miles de víctimas a los que quitó la vida para obtener grandes cantidades de dinero.

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